Julie Bech, co-gestora de la estrategia de Global Gender Diversity de Nordea
El Día Internacional de la Mujer presenta una buena oportunidad para reflexionar sobre cómo la diversidad de género (DG) afecta no sólo los cargos directivos, sino también a las carteras de inversión. En los últimos años, hemos visto un mayor interés en la DG, y el impulso en esta dirección se percibe generalmente como un motor de creación de valor corporativo y como una ventaja competitiva. Este es también el caso en el sector de la gestión de las inversiones.
La búsqueda de la igualdad de género se ha dado durante décadas, y hemos alcanzado ya varios hitos. En cuanto a las inversiones, uno de los más significativos es la reciente creación y distribución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, que ya han desempeñado un papel importante en la potenciación de la sociedad para lograr un mundo más sostenible. Han puesto de manifiesto cuestiones específicas ESG y han llevado a una mayor demanda de soluciones sostenibles. El interés de los inversores ha aumentado y los datos en estas esferas han mejorado considerablemente. Esto ha hecho que las empresas sean más conscientes de su propio impacto en el mundo y de la importancia de ese impacto.
Aunque las cuestiones ambientales han atraído la mayor parte de la atención, las cuestiones sociales también se han beneficiado de la tendencia, aunque en menor grado. A medida que nuestra comprensión de la sostenibilidad evoluciona, esperamos que se destinen más esfuerzos al aspecto social de los ODS – incluyendo el ODS #5: Igualdad de Género.
El caso de negocio por la diversidad de género
En el mundo corporativo, la diversidad de género trata de dar igualdad de oportunidades y condiciones a todas las personas basándose en sus capacidades, independientemente de su género. Además de ser clave para una sociedad igualitaria, también cuadra bien con los impulsores de retornos tradicionales. Por consiguiente, los indicadores de la diversidad de género pueden usarse como capa adicional en el proceso tradicional de inversión.
El debate sobre la conexión entre la igualdad de género y el desempeño de las acciones está pasando rápidamente de lo teórico a lo empírico, ya que existen bastantes pruebas que demuestran que la diversidad de género puede tener un sentido económico. De hecho, el caso de negocio por la diversidad de género está bien documentado. Un estudio de Nordea en 2018 analizó 100 empresas blue-chip nórdicas entre 2004 y 2016. El estudio encontró que las empresas más diversas, en cuestiones género, a nivel de dirección tenían una volatilidad un 40% menor en el ROCE (rentabilidad del capital empleado). Las empresas en el estudio que tenían juntas directivas más diversas en términos de género también tuvieron una volatilidad significativamente menor en los retornos, aunque los resultados fueron más sorprendentes a nivel de la dirección de la empresa. El estudio muestra que el 10% superior de todas las acciones que generan un ROCE más estable superó al resto del grupo de empresas total en un 75% a lo largo de 17 años.
El estudio global de McKinsey & Company de 2020 de más de 1.000 empresas en 15 países reveló que las organizaciones del cuartil superior de diversidad de género tenían más probabilidades de ofrecer rentabilidades superiores: Un 25% más probable para equipos ejecutivos con diversidad de género y un 28% más probable para juntas directivas con diversidad de género. En el otro extremo del espectro, las empresas en el cuartil inferior de diversidad de género y étnia/cultura tenían un 27%menosde probabilidades de experimentar rentabilidades por encima de la media de la industria. Los investigadores midieron la rentabilidad utilizando márgenes medios de EBIT A medida que las empresas comprenden que una mayor diversidad es rentable, el impulso por la diversidad de género se percibe cada vez más como un motor de la creación de valor corporativo y una ventaja competitiva. Creemos que las empresas que promueven y favorecen la diversidad pueden lograr mejores resultados.
Llevando la diversidad de género a las carteras de inversión
Al seleccionar activamente las oportunidades de inversión, miramos de cerca los indicadores de diversidad de género. Consideramos el nivel de diversidad en los niveles superiores de liderazgo, las oportunidades de promoción y desarrollo profesional, la inclusión y el cambio en estos indicadores de diversidad de género. Esto nos da una indicación del nivel de Diversidad e Inclusión (D&I) en la empresa, en qué áreas sobresalen y en qué áreas necesitan mejorar. Esta es también la información que utilizamos en el proceso de engagement o diálogo con las empresas.
Todas las empresas de nuestro universo de inversión deben alcanzar un umbral mínimo en lo que respecta a diversidad de género. Este umbral se basa en la diversidad de género de los niveles de liderazgo más altos, ya que el cambio cultural en una organización necesita el compromiso de la parte superior. Romper el techo de cristal y garantizar la igualdad de oportunidades en los niveles superiores beneficiará a las mujeres en todas las organizaciones en el futuro. Al centrarse en la diversidad se destacan aún más las deficiencias internas en relación a la baja por maternidad, la contratación de talentos de ambos sexos, etc.
La ventaja competitiva que estas empresas obtienen al ser diversas e inclusivas es relativa a sus pares. Esto significa que el poder de los indicadores de diversidad de género reside en la selección de títulos. En consecuencia, tendemos a ser bastante neutrales en regiones y sectores frente al mercado cuando seleccionamos oportunidades de inversión. También preferimos empresas que, en relación con sus pares, estén mejor posicionadas en cuanto a su puntuación general de diversidad de género. Sin embargo, también intentamos captar empresas que están mejorando en lo que respecta a sus medidas de diversidad, y a veces estas no son todavía las empresas con mejor clasificación.