El cemento es un material esencial para nuestra economía moderna. Su bajo costo y durabilidad hacen difícil imaginar un escenario en el que pueda ser reemplazado a gran escala, lo que asegura su relevancia continua en la economía del futuro, una economía que aspira a ser baja en carbono.
En la última década, la industria del cemento ha experimentado una transformación significativa. Tras años enfocados en el crecimiento de volumen y la expansión de mercados, la crisis financiera global de 2008-2009 alteró permanentemente el panorama de la industria, ya que la demanda nunca logró recuperarse por completo.
Ante una rentabilidad limitada, la industria comenzó a consolidarse a mediados de la década de 2010. Esto dio lugar a una mayor disciplina en el mercado, evidenciada por un nuevo poder de fijación de precios y una estrategia que prioriza el valor sobre el volumen entre las principales empresas del sector cementero.
Este poder de fijación de precios se ha sustentado, en parte, en la naturaleza local de la producción de cemento. Este material, por sus características, favorece una estructura de mercado oligopólica, y es precisamente ese «carácter local» el que lo diferencia de otras materias primas cíclicas.
A pesar de las grandes crisis de los últimos años —como la pandemia de Covid-19 y la caída de la actividad en la construcción, la crisis energética derivada de la invasión rusa a Ucrania y el aumento de los tipos de interés—, la industria cementera ha mantenido su enfoque disciplinado en priorizar el valor sobre el volumen. Esta estrategia ha permitido que los precios resistan, contrarrestando estas presiones externas.
La próxima década será una nueva fase de evolución para la industria. Las empresas cementeras deberán abordar el impacto de los costes del carbono y los desafíos asociados con la descarbonización. Esto transformará de nuevo los fundamentos de la industria, provocando volúmenes estructuralmente más bajos, curvas de costes más pronunciadas, mercados aún más localizados y una mayor racionalización de la capacidad productiva.
La importancia de la descarbonización de la industria
La producción de cemento es responsable de aproximadamente el 8% de las emisiones mundiales de CO2. La producción de cemento Portland – el tipo más común de cemento – comienza con la molienda de materias primas como la piedra caliza y la arcilla en un polvo fino conocido como harina cruda. Posteriormente, este material se calienta a una temperatura de hasta 1.450°C en un horno de cemento.
Normalmente, las cementeras utilizan carbón, coque de petróleo o gas natural para calentar el horno. Sólo el proceso de calentamiento representa alrededor del 40% de las emisiones de todo el proceso de producción. El 60% restante procede del proceso químico: una vez que el carbono liberado por la piedra caliza calentada pasa por el horno, se convierte en un material llamado clínker, que es el ingrediente clave del cemento. Esta es la fase de la producción de cemento que más energía consume.
Para descarbonizar una fábrica de cemento, se pueden accionar tres vías principales:
- Utilizar sustancias alternativas para reducir el consumo de energía y las emisiones de CO2 asociadas a la producción de clínker de cemento.
- Utilizar fuentes de energía alternativas para reducir las emisiones de CO2 derivadas de la combustión de combustibles.
- Implementar tecnologías CCUS (captura, uso y almacenamiento de carbono) para capturar las emisiones directas inevitables procedentes de la calcinación de la piedra caliza en clínker de cemento.
Ventaja para los líderes europeos
Reducir las emisiones de cemento no sólo tiene sentido desde el punto de vista medioambiental, sino que también es una oportunidad financiera cada vez más atractiva, sobre todo en Europa. Esperamos que las empresas cementeras capaces de reducir las emisiones de carbono más rápidamente sean las primeras en tomar la iniciativa.
En cuanto a la renta variable, el mercado infravalora los fundamentos del sector y no los refleja adecuadamente en las valoraciones actuales. La renta variable europea del cemento se ha devaluado significativamente en los últimos cinco años, en gran parte debido a la preocupación por la vía de la descarbonización de una industria difícil de abandonar. Dentro de la industria cementera, seguimos descubriendo oportunidades de inversión atractivas en los grandes líderes actuales de la descarbonización, así como entidades que tienen el potencial para seguir por el mismo camino y dotar de más credibilidad a sus as estrategias para alcanzar cero emisiones netas.
Un ejemplo es el grupo italiano Buzzi. Estamos trabajando con la empresa porque vemos un gran potencial para que consiga una reducción significativa de las emisiones de carbono mediante el menor uso de Clinker en la producción de cemento, un mayor uso de combustibles alternativos y un aumento de las inversiones en tecnología CCUS. Si Buzzi puede invertir en CCUS y lograr una reducción de emisiones del 70% para 2040, podría cobrar una prima ecológica y repercutir parcialmente los costes del carbono. Este fue un punto clave de nuestro reciente diálogo con la dirección de la empresa.