Primero que nada, la enorme cantidad de nuevas medidas normativas que afectan al sector de Internet ha agitado ya a los inversores; con base en estas, Pekín lanzó una investigación sobre la ciberseguridad de los datos contra el gigante del transporte compartido Didi Global Inc tan solo dos días después de que este captara 4.400 millones de dólares en su salida a bolsa en Nueva York.
En este contexto, no hemos modificado sustancialmente ninguna de nuestras posiciones en cartera en las grandes tecnológicas chinas. Así, continuamos sobreponderados en Alibaba, Tencent y Meituan. Debido al deterioro en la confianza de los participantes del mercado, estas tres empresas han sufrido correcciones desde que los reguladores chinos comenzaron a investigar a Didi tras su OPV. Los reguladores del país parecen estar centrándose en las compañías chinas que poseen grandes cantidades de datos, cotizan en EE. UU. y están participadas mayoritariamente por extranjeros. No obstante, nosotros no somos accionistas de Didi y tan solo tenemos exposición a una empresa china cotizada en EE. UU. en forma de recibo de depósito americano (ADR, por sus siglas en inglés): Kingsoft Cloud, que únicamente representa un 1 % de la Estrategia Emerging Stars Equity de Nordea.
El efecto directo de la investigación normativa sobre Didi se limita a Tencent, que posee una pequeña participación en la compañía tras su OPV, si bien de escasa cuantía. Alibaba, Tencent y Meituan cotizan todas notablemente por debajo de sus máximos históricos y consideramos que los riesgos normativos están sobradamente descontados. Estas tres empresas ya cotizan en Hong Kong y fueron ya investigadas por los reguladores chinos recientemente.
En cuanto a Meituan, una de nuestras empresas, también está sometida a escrutinio normativo, si bien por motivos diferentes. Meituan emplea a un elevado número de repartidores, creando así muchos puestos de trabajo, pero el Gobierno quiere cerciorarse de que estos se encuentren debidamente protegidos. En consecuencia, las nuevas políticas estipulan que Meituan se hará cargo, entre otras cosas, tanto de sus seguros de accidente como de sus aportaciones a la seguridad social. Aunque cuando iniciamos posiciones en Meituan ya esperábamos que la protección de los trabajadores aumentaría en algún momento, consideramos que esto se veía compensado por el atractivo de su negocio, y no pensábamos que afectaría demasiado al valor de la empresa. De hecho, según nuestras estimaciones, es probable que el impacto financiero directo sea relativamente reducido y creemos que una parte del incremento de costes podrá trasladarse a los consumidores. A nuestro parecer, la reciente caída del 30 % de Meituan descuenta con creces todo lo anterior, incluso si su cuota de mercado fuera objeto de un mayor escrutinio. Respecto al resto de empresas tecnológicas y de Internet, como Alibaba, Tencent y demás, que han sufrido ventas masivas, desde nuestra perspectiva, su caída se ha debido más precisamente a una cuestión de confianza. Estas empresas ya han sido investigadas por el regulador y vemos improbable que vayan a verse afectadas de forma notable de aquí en adelante.
De cara al futuro, esperamos que las ADR chinas continúen saliéndose paulatinamente de las bolsas de EE. UU. para integrarse a la de Hong Kong. El aumento de la fiscalización por parte de los reguladores tanto chinos como estadounidenses nos hace ser prudentes a la hora de elevar nuestras inversiones en ADR chinas. De aquí en adelante, esperamos que las empresas chinas opten por cotizar en otras plazas, sobre todo en Hong Kong, si desean atraer a inversores extranjeros.
El sector de la educación lleva bajo la lupa de los reguladores desde hace mucho tiempo, y este es uno de los motivos por el que desde hace tiempo decidimos no invertir en él. China ha prohibido que las empresas de tutoría obtengan beneficios cuando estos provengan de asignaturas escolares troncales a fin de aliviar la presión financiera que las familias soportan, ya que esto entre otras cosas estaba contribuyendo a reducir las tasas de natalidad. La noticia provocó un terremoto en su enorme sector de la educación privada y generó desplomes en las cotizaciones. Anteriormente, el Gobierno había limitado las horas de enseñanza extraescolar permitidas en el nivel K12 (educación primaria), además de estipular un espacio mínimo por estudiante y exigir que la enseñanza se imparta en las plantas inferiores por motivos de seguridad. Al Gobierno le preocupa que la enseñanza extraescolar pueda resultar perjudicial para la salud de los estudiantes, ya que pasan demasiado tiempo sentados sin moverse después del colegio cuando deberían estar jugando en el exterior. Y esto por no mencionar la elevada cantidad de deberes que tienen, algo que lógicamente les exige mucho. Además de esto, más de un 75 % de los escolares chinos de entre 6 y 18 años asistía a clases extraescolares en 2016, según las últimas cifras publicadas por Chinese Society of Education, y algunas pruebas incidentales sugieren que este porcentaje ha aumentado desde entonces. Esta medida, que amenaza con diezmar el sector de la enseñanza privada del país —valorado en 120.000 millones de dólares—, desató ventas masivas en los títulos de las empresas de enseñanza que cotizan en Hong Kong y Nueva York, incluidas New Oriental Education & Technology Group y Koolearn Technology Holding Ltd. Además, los reguladores creen que estas compañías podrían estar explotando el deseo de los padres de que sus hijos se adelanten a su competencia desde muy pequeños, subiendo los precios de sus servicios cada año (a tasas porcentuales de doble dígito), con la consiguiente merma que esto supone para los presupuestos de las familias. Desde este punto de vista, el reciente endurecimiento de la normativa que regula a estas compañías tiene sentido.
Nuestra opinión es que el sector de la enseñanza extraescolar nunca volverá a ser el mismo. En virtud de las nuevas normativas, las empresas no podrán obtener beneficios ni financiar sus operaciones con capital extranjero (muchas de ellas son ADR). Así, algunas probablemente saldrán de bolsa, mientras que otras podrían optar por seguir operando con un formato distinto. Atendiendo a lo antes expuesto, este no es un buen momento para ser accionista en este sector, si bien todavía podrían encontrarse algunas oportunidades interesantes en el ámbito de la formación profesional, dirigida a estudiantes de más edad.
En conclusión, consideramos que será necesario analizar los cambios normativos caso por caso, ya que su efecto difiere entre las distintas empresas y sectores. Respecto a nuestras empresas participadas, creemos que los riesgos normativos han quedado descontados con creces tras sus recientes movimientos en bolsa. El sector privado representa un 80 % de la creación de empleo en China y, a nuestro parecer, el Gobierno está comprometido con respaldarlo. Sin embargo, algunos sectores específicos presentan graves problemas que Pekín está intentando abordar mediante estos recientes cambios normativos.